Las altas temperaturas activan el instinto reproductivo de los reptiles
hace 6 añosLa llegada del verano a la provincia de Alicante tiene repercusiones en el reino animal. Una de las especies sobre las que el aumento de la temperatura tiene una mayor incidencia son los reptiles, más concretamente la cerastes cerastes, conocida como víbora cornuda del desierto, un tipo de serpiente que habita enTerra Natura Benidorm y que ha activado su instinto reproductivo con la llegada del calor.
Los dos machos de víboras de esta especie han iniciado, coincidiendo con la llegada del verano, una serie de batallas para lograr el apareamiento con la hembra. En estas peleas el ganador se determina por rendición, ya que los ejemplares no usan los colmillos, sino que resulta victorioso el que consigue agotar al contrincante. El ejemplar más fuerte logrará el apareamiento, que en esta especie puede llegar a durar hasta cuatro días.
Según explican los cuidadores del parque, los reptiles son animales de sangre fría que se estimulan con la llegada del cambio estacional. Tras un largo invierno en el que prácticamente no se mueven de su refugio para no quemar grasas ni energía, estos ejemplares empiezan a despertar con la llegada de la primavera, aprovechando los rayos de sol para calentarse, a continuación buscan alimento y, una vez saciados, su siguiente paso es buscar una hembra para aparearse, hecho que suele producirse coincidiendo con la llegada del calor. En el caso de las hembras, desprenden unas feromonas que intentan atraer a los machos.
Otro de los cambios de comportamiento producidos en los reptiles por la llegada de las elevadas temperaturas es el aumento de su apetito. Las víboras necesitas alimentarse en abundancia durante la época veraniega con el objetivo de volver a pasar el invierno sin prácticamente moverse. En el caso de las hembras esta pauta es todavía más clara, ya que necesitan alimentarse más para afrontar la maternidad, durante la cual se produce un desgaste extra de grasas y energía.
Tras el apareamiento, las víboras ovíparas suelen poner entre 8 y 20 huevos que eclosionan a los 60 días. Si las temperaturas ese año son bien elevadas, el nacimiento de las crías puede incluso adelantarse entre 45 y 50 días. Las crías de víbora del desierto nacen con unos 10 centímetros de largo y con sus pequeños cuernos sobre cada ojo, de los cuales se desconoce su función exacta.
Entre las peculiaridades de esta especie destaca que tienen la capacidad de enterrarse por completo en la arena de las dunas del desierto. Precisamente, esta técnica la realizan con el objetivo de termoregularse en el caso de que las temperaturas sean demasiado elevadas; de camuflarse, es decir, de hacerse invisibles ante cualquier depredador; y de cazar, manteniéndose inmóviles en algún punto estratégico y saliendo disparadas para atrapar a su presa por sorpresa.